domingo, 13 de diciembre de 2015

Jordi Benito


Jordi Benito, nacido en Granollers en 1951, fue un instalador catalán muy representativo en los años setenta en España. En sus obras él siempre quiere ir siempre más allá de lo tradicional, de lo establecido. Por causa de sus obras provocativas ha estado mucho tiempo en el anonimato, más aún, de su trayectoria artística de los setenta apenas hay información, se empezó a recoger más de sus intervenciones en los años ochenta, su etapa gloriosa. A pesar de la poca información que tenemos de sus inicios, se conoce que empezó en torno a 1969 realizando cuadros y objetos del arte povera, aunque Jordi Benito evolucione con el paso del tiempo nunca dejará de lado ese toque pobre en sus obras. En torno a los años 1971-1975, tuvo una gran influencia de las corrientes conceptuales de ese instante, y empezó a emplear su propio cuerpo como elemento central de sus representaciones. Con este punto dramático-operístico que le daba a sus obras, comenzó a centrarse en utilizar gran cantidad de recursos escenográficos y que se desarrollarán en torno a temas de rituales, de lo sagrado, de lo orgiástico, del sacrificio, lo simbólico y la sangre. Sus obras, con el tiempo, tenían mayor contenido violente y su fijación era los rituales. Al principio estas obras estaban más destinadas a las performance que a las instalaciones, pero ya se empezaba a entrever el interés por esta corriente artística por su interacción con el público. Una de sus obras características de este período sádico y performista fue “Toro performance” (1979) y “Destrucció de la pròpia imatge” (1976). Esta última obra, se ha realizado en varias ocasiones y consta de una sala de paredes blancas, el suelo de esta está lleno de paja y con diversos bloques de piedra rectangulares con inscripciones grabadas. En este lugar se encontraba el artista vestido con una túnica negra, la cual lo cubría entero, y con un rifle en las manos. Este estaba apuntando a una imagen, una fotografía, de él mismo vestido exactamente igual que en la representación. En conclusión, se estaba apuntando uno al otro, dando un aspecto de real y de ficción.



Destrucció de la pròpia imatge

Con respecto a sus instalaciones, siempre estuvo muy influenciado por Wegner, teniendo siempre sus obras algún elementos musicales, escenográficos, fetichistas, ritual o erótico, creando con estos unas complejas narrativas. Dos de sus instalaciones más características desarrolladas en un ambiente específico son “Esdlèsia-paisarge” (1972) y “Descoberta Fregoli” (1972).
(Sánchez Argilés, 2009)



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