La música forma parte de la instalación no solo como acompañamiento a la información visual sino que en muchas ocasiones determina el significado de la obra. El factor visual a veces es anulado por el elemento auditivo dándole significado a la instalación.
El sonido es la unión con el mundo
interior abstracto que descubre una arquitectura acústica y un espacio de
reflexión de gran poder comunicativo, es decir, la unión entre lo visto y no
visto, entre un fenómeno interior y el mundo material exterior.
Nos permite acercarnos a un conocimiento más profundo en el que encuentra un medio para incluir al espectador y al cuerpo en su expresión.
(Díaz-Obregón, 2003)
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