domingo, 13 de diciembre de 2015

Txomin Badiola


El mundo de las instalaciones siempre se encuentra innovando y durante la década de los noventa surge una nueva de realizar dichas obras. Esta consiste en que el artista intenta transmitir con sus obras su realidad, su vida, quieren representar la relación entre el mundo y el individuo. En esta nueva vertiente se encuentra Txomin Badiola (1957, Bilbao) y para explicar mejor lo que hacía él dijo:
“Una de mis aspiraciones más queridas y secretas, a lo largo de estos años de trabajo en el arte, ha sido conseguir una estructura que me permitiera integrar lo que hago en absolutamente todas y cada una de las facetas de mi vida, desde los acontecimientos más cotidianos hasta mis perplejidades políticas e ideológicas, desde mis afectos hasta debates puramente meta-artísticos, desde mis deseos más íntimos hasta la crónica social [...]” Txomin Badiola (Sánchez Argilés, 2009, pp: 187)

la Facultad de Bellas Artes de Leioa, Bizkaia, y desde entonces dedicó toda su vida al arte, tanto como maestro en esta misma facultad como de artista creando sus propias obras. Si nos centramos en su carrera artística siempre creo obras abiertas a la interpretación del espectador, recogiendo parte de su historia personal y de la historia colectiva, construye y deconstruye a la vez introducción múltiples y diversas asociaciones y referencias. Un tema colectivo que le preocupaban era la situación política-moral del País Vasco (terrorismo, miedo, convivencia difícil…) y entra las cosas que a él personalmente le gustaban eran el pop-rock, la cultura de los club, los asuntos de género…Se encontró dentro de la nueva generación de artistas escultores Vascos, ya que se aleja de lo formal y lo tradicional, ya que como hemos comentado se interesa por los problemas del día a día y, además, se interesa por reflexionar sobre el arte de su época. Sus obras eran minimalistas, sobre todo en sus inicios, siempre tenían un mensaje social oculto y siempre con construcciones cúbicas.

Ante de la introducción de las tecnologías y de llegar a su adquisición completa de instalación, creo una obra muy representativa de su carrera y que recogía todo lo que él quería representar. Esta se denomina Bastardo en Bañiland(1990-1991), es una instalación construida de madera yuxtapuesta a la pared donde se exponga, constando de una silla y una serigrafía. Esta es una fotografía (blanco y negro) de un suceso etarra que no se resolvió donde encontraron a varios muertos en el barranco de Lumbier, en Navarra. El resto de elementos son partes del mundo de Txomin Badiola, colocados de forma geométrica y sin ningún sentido aparente. Todas sus obras tienen este tipo de formación, intentando mandar un mensaje no dirigido con elementos fragmentados.



Bastardo en Bañiland (1990-1991)


Txomin Badiola, también le interesó introducir en sus obras la interacción de las personas en los espacios públicos, y esto lo hizo desde el contexto familiar y la intimidad del hogar. Una de sus instalaciones dentro de este ámbito es Vida Cotidiana (con dos personajes pretendiendo ser humanos) (1995-1996).
(Sánchez Argilés, 2009)


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